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miércoles, 4 de mayo de 2016

Rondaba un tiempo mucho antes de que cualquiera de vosotros existiera; vestía sandalias minimalistas, una sábana enrollada por su cuerpo, pelo largo (todo lo que el tiempo y la melanina habían querido) y una barba de la misma edad. Se dedicaba a contar cuentos en un idioma que nadie entendía. Y yo vengo a contaros otro; él venía a poner el mundo en llamas: no quería quemarlo todo, destruirlo, al contrario: buscaba llenar de luz a las personas. Un día, estando sus enganchados comiendo, él levantó la cabeza al notar una mirada clavada en él. Era un cupcake hecho mujer. Sin mediar palabra, ella se giró y se dirigió hacia el lugar donde, segundos después, él la siguió. Cuando él entró, ella estaba de pie, mirando hacia la puerta, era sabedora de que él aparecería, y apareció. Jesús (así se llamaba el muchacho) se acercó a ella hasta que pudo sentir su aliento. Se miraron durante unos pocos minutos. Se dijeron tanto. Su mirada estaba llena de cándida inocencia.... tanta que se abalanzó sobre ella y la llenó de luz, eternamente.


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