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miércoles, 31 de mayo de 2017

Al guerrero de los semáforos.


Hoy te he vuelto a ver y, como siempre, me has alegrado el día. Aunque ya fuera alegre. Tengo un par de cosas que decirte, aunque no llegues a leerlas (hasta que lo imprima y te lo dé):
En primer lugar, Gracias. Por dar de hostias sin pretenderlo. Porque he mirado por el retrovisor, y él también sonreía con tu baile de ida y vuelta. Y me juego el cuello a que has conseguido que el de delante lo hiciera también. Y el siguiente, y el que no he alcanzado a ver. Y el otro. Y la otra, y aquella, también.
En segundo, Lo siento. Por no comprarte pañuelos cada día. No porque yo no estuviera dispuesta, sino porque tú no los pides siempre; supongo que son tus “días de fiesta”.

Eres el recuerdo (vivo) de lo que realmente es vivir.