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lunes, 25 de abril de 2016

Es curioso que a algunas personas les interese más el dolor ajeno que su bienestar. Es curioso que les interese en tanto que si de poder hacerles mayor mal se trate, lo hagan. Es curioso. También es curioso que a mí me duela eso, es curioso. Es muy curioso que vuestro tacto se encuentre en el punto exacto por donde cagáis. Muy, pero que muy curioso. No deja de ser curioso que me preocupe en aliviaros el dolor y ustedes en todo lo contrario, curiosísimo. Curiosidad la que tengo por no entender como nadie es capaz de hablar de nadie sin conocerlo, curioso cuanto menos, ¿verdad? Y del maravilloso arte de poner vocablos en bocas cerradas, de eso también podríamos escribir un libro. Pero que si quieren que la abra, yo la abro, señorxs. Yo la abro. Pero no será para vomitar, no. Será para daros mucho amor, mucho. Tanto que os avergüence y abrume hasta tal punto que tengáis que empezar a curiosear sobre el por qué de un alma tan negra (la vuestra, por supuesto).

Queridos, no choquéis tanto conmigo; cuando uno se da contra el espejo, acaba reflejándose. Todo.

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