Me contó su rutina,
como mucha gente ha hecho días atrás. Pero esta vez, algo cambió dentro de mí,
quise tratar de hacerlo yo. Ver si era capaz de conseguir una constancia
mínima.
Probé a hacerlo un día, y al siguiente, aunque me costara,
también. Y al otro también lo hice. Me costó hacerlo, pero lo hice. Cogí un
papel y puse las marcas que debía borrar ese día. Sólo conseguí borrar una. Al
día siguiente ninguna. Pero,al siguiente: el papel seguía ahí, simplemente sonriendo,
sin necesidad de recordarme que tenía que seguir, porque ya lo hacía sola.
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