“Escuchar, la asignatura social más importante y la más difícil”. Sinceramente,
algo ha cambiado, perdón, está cambiando en mí, y mucho. Siempre he sido un tanto
soñadora y misteriosa y creía que eso lo hacía más interesante. Pero
últimamente sigo siéndolo igual o más, con un matiz, que ahora intento mostrar el mapa más fácil de entender para todos, para
todos. Sin distinción. Está muy bien eso de ir por la vida siendo algo extraño,
algo raro y diferente (y si lo eres, ya ni te cuento), queriendo ser uno mismo,
sí, está genial. Pero si solamente, y fijaros lo que os digo SOLAMENTE, que
parece que se dice pronto, queremos transmitir algo y que nos entiendan,
hagámoslo de la forma más simple, que a veces es la que más cuesta (y gusta).
Una vez me dijeron que “si te comes un trozo de sandía con
mucha pasión, acabarás atragantándote. Y si lo haces pensando demasiado en la
sandía, cuando te quieras dar cuenta ya te la habrás comido. Por eso, yo me
como el trozo pensando, pues sí que está buena”.
Así es como intento tomarme la vida de un tiempo hacia aquí.
Tal cual viene. He sido demasiado pasional en ocasiones, en otras me he pasado
de metódica y sabelotodo, cuando realmente no sabía nada. De veras, “daría todo
lo que sé por tan sólo la mitad de lo que desconozco”.
Hoy no tengo dinero para ir a comprar sandía. Pero para
escuchar, al menos hoy, tengo un par de oídos, y una obsesión con tapar/tocar
orejas ajenas y comprobar su temperatura…
Quizás sea una ironía, quizás sólo sea lo que es.
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