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sábado, 22 de agosto de 2015

"Siempre pienso en 6 cosas imposibles antes de desayunar."

Y es que a nadie la gusta  la parte quemada de la tostada. Es cancerígena, sabe mal, te cambia la cara cuando la muerdes y te deja peor sabor de boca. Pero es que siempre hay un pero. Y, esta vez, el pero va seguido de vida. Esa que tiene tanto el pan crujiente y recién salido del horno, como la parte en la que te descuidaste, confiaste, imaginaste e imaginaste mal, y por eso se quemó esa parte de la tostada. Pero, a quien no se le haya quemado jamás la tostada, no sabrá de lo que hablo. Pues yo te lo cuento: hablo de amor. Pero no del amor que te venden en una película de domingo tarde, o del amor que te promete el horóscopo a final de mes, o del que llevas absorbiendo desde pequeño en tus películas. No. El amor del que te hablo tiene esa parte quemada de la tostada. El amor del que te hablo, a veces, duele tanto que no puedes respirar; tanto que pegarías de hostias a un saco de boxeo por no pegarle a él; tanto que puedes odiarlo tanto que al segundo le pedirás que se siente a tu lado y desearás que alguna clase de hechizo le pegue los pies al suelo, para que no pueda volver a moverse de donde está; tanto que, cada vez que algo se rompe, te mueves al triple por buscar un pegamento mejor; tanto que de lo único que vas a estar seguro es de lo implicado que estás. Y es que yo también me pregunté por qué las tostadas casi siempre caen por el lado de la mantequilla. Pues bien, quizás ahí está la clave, casi. Seguramente, la culpa sea de la altura de la mesa. Pero la alternativa más sensata es evitar que caiga, comiendo como personas decentes.

Es difícil, pero nadie dijo que fuera fácil; Imagínate: Él quiere ir a la luna…y yo quiero llegar a él.


martes, 11 de agosto de 2015

"Querida... me pediste que dijera lo que pienso. Y aquí está, lo que pienso. No me castigues por no ser una de esas personas floridas que disparan sus sentimientos en aerosol, como un hidratante de incendios en un día de verano. Sólo odiaba la forma en que cambiaste cuando él regresó a la ciudad. Pero no me gusta odiar. Es malo para mi cerebro. Cada noche... cuando llego a casa, comienzo de nuevo. No traigo lo que sucede allí arriba, aquí abajo. Puede que no sea el propietario original de tu corazón... pero soy el mejor dueño ¡Y una opción mucho más saludable también! No tienes ni idea del temor que provocas en mí todas las noches al volver a casa...

...por la puerta chirriante trasera."