"La angustia se instala al constatar que ya hicimos lo que suponíamos nos daría tranquilidad y felicidad, y nos damos cuenta que estamos angustiados y sin respuestas. Esa angustia es resultado del vacío interior. Estamos vacíos y no sabemos cómo ni con qué llenarnos, qué hacer en adelante ni por dónde avanzar. Nos quedamos sin repertorios de comportamiento, desestructurados, angustiados y paralizados.
Nuestra actitud ante el propio vacío interior es clave para nuestro futuro como personas. Hay dos tipos de respuesta: escapar del vacío o hacerse cargo de él. En quienes escapan, el vacío los impele a huir de él, como si tuviera una fuerza centrífuga que los expulsa de sí mismos, en una invitación hacia el afuera para hacer cosas que los llenen. Simbólicamente necesitamos llenarnos para evitar el vacío y desplazar nuestra atención hacia el llenado y sus gratificaciones de corto plazo.
Cada uno sabrá con qué se llena: con trabajo, compras, comida, relaciones sociales, sexo, autoexigencias, deudas, crisis, responsabilidades, proyectos, culpas, objetivos, pensamientos, técnicas de desarrollo personal, cursos, adicciones o sustitutos químicos de la energía, entre los más comunes. Llenarse de algo externo es una respuesta compensatoria al vacío, y lo perpetúa.
Más importante que aquello con lo que me lleno y los malos hábitos que genera, lo relevante es que se evita la consciencia. Se calma transitoriamente el dolor que me produce el vacío, haciendo un uso instrumental de esa estrategia de “llenado”, que en sí misma puede ser benéfica, pero que es contaminada con emociones de baja vibración. Por ejemplo, la preocupación permanente por los hijos en sí misma es una bella forma de acción en la vida, pero si la uso para calmar mi vacío interior, modifico la intención original y la cargo con una emocionalidad evitadora que contraviene la esencia expansiva de lo amoroso.
El dolor del vacío interior no se pasa con estrategias de llenado, con anestésicos temporales y transitorios. Puede durar muchos años, una larga noche oscura del alma. Si me resisto a afrontar mi vacío, lo hago presente, persistente, doloroso y permanente. Lo que se resiste, persiste.
La segunda forma de afrontar el vacío interior es haciéndose cargo de él. Es necesario aceptarlo, examinarlo, caracterizarlo y acogerlo, sacándolo del tono negativo que para muchos tiene la palabra vacío. Es clave resignificar y reinterpretar el vacío. ¿Qué mensaje me trae esta angustia existencial?, ¿qué función tiene este vacío interior?
La función del vacío interior es darnos cuenta que para vivir una vida con sentido y que nos haga felices requerimos llenarnos de lo Superior, del Sí Mismo Divino. Ahí está la paz, la armonía y la mejor versión de cada uno de nosotros. El vacío interior no se llena con cosas humanas, se llena con lo sagrado de cada uno.
La clave es aceptar el vacío, ser paciente, no huir y comprender que así como el corazón tiene sístole y diástole, vacío y llenado, espera y acción, nuestra vida automaestra opera con el mismo ciclo y ritmo. Nuestras mejores acciones dependen de nuestros silencios. Nuestros resultados derivan de la capacidad de aceptar nuestro vacío y llenarnos de la energía superior. Día y noche, silencio y acción, vacío y llenado.
Nuestro “llenado” se hace más fácil si nos concebimos como una copa vacía que necesita ser llenada con una sustancia de orden superior que nos permita entregar y alcanzar lo mejor. Esa es sustancia divina, luminosa o como cada uno quiera llamarla. Es la sustancia que contiene la energía de más alta vibración y que se anida en nuestro corazón: el amor universal.
El vacío interior es la señal de que estamos preparados para el llenado superior. Para facilitar la carga completa del combustible superior es necesario silenciar la mente, aquietar los sentimientos y controlar el yo exterior, ese que nos impele a salir de nuestro centro y correr tras lo externo, fosilizándonos en las apariencias y amplificando las resistencias interiores."
Sí, como veis, también hay "instrucciones de uso" para esto. Y se queda en eso. Yo, mitad consciente, mitad insalvable, estoy dejando que la primera me lleve. Me lleno de "cosas" y de personas, que me llenen. Y de sexo. Sobretodo de sexo.
El resultado es fácil de adivinar: cuando esas cosas se esfuman, yo me esfumo con ellas. Y queda ese hueco...
Cuando el vacío (que deja) es tan abismal no hay nada, ni nadie, que lo pueda llenar. Jamás.